Nuestra existencia es resistencia
Estas líneas van por todas ellas, por todas aquellas que esta sociedad se encargó de hacernos olvidar, de invisibilizar. Por nuestras madres, abuelas, bisabuelas, tatarabuelas; por nuestras tías, primas, sobrinas, hermanas, compañeras; por todas nuestras mujeres negras cuyas luchas heredadas las sentimos día a día en el corazón y en el alma. Es cierto, ayer 25 de julio, se celebraba el Día Internacional de la Mujer Afrolatinoamericana, Afrocaribeña y de la Diáspora Africana, pero no hay nada que celebrar, por lo menos yo no tengo nada que celebrar. Más bien conmemorar, honrar y seguir luchando por todas nuestras ancestras, entendiendo que es lo mínimo que podemos hacer por ellas.
Hace poco más de cinco años, no hubiera escrito estas líneas, mi identidad afroperuana había sido tan invisibilizada que ni siquiera me la cuestionaba. Hace más de tres años me abrace a ella, lo cual ha sido proceso muy duro en todo el sentido de la palabra. Porque no es fácil comenzar a cuestionarse, pero es necesario hacerlo. Comencemos a la edad que comencemos; sin importar si nuestro proceso de reconexión con nuestra propia identidad es rápido o es lento. Y no importa si abrazas tu identidad de mujer negra a los 5 años, a los 15, a los 25 o a los 40, lo importante que ese proceso suceda como una forma de honrar a nuestras ancestras. Y frente a esto, desde hace un tiempo, vengo afirmando que una vez que te reconcilias y reconectas con tu identidad afrodescendiente y abrazas el hecho de ser y sentirte una mujer negra, no hay vuelta atrás, ya no vuelves a lo anterior, solo sigues caminando y luchando.
Y realmente es una lucha que duele. Porque sí, soy una mujer negra, pero duele decirlo aquí en el alma, en el corazón y en el útero; sobre todo ahí: tantas vivencias, tantos dolores, tantos saberes. Soy una mujer negra, pero duele sentirlo aquí en mi cabello, aquí en mi piel, aquí en mis labios. Y, de alguna manera, sé que este dolor no es individual, es colectivo, es ancestral. Por eso, estoy segura que esta lucha es heredada y también acompañada. Porque aquí estamos resistiendo las mujeres negras, afroperuanas, afrolatinas, afrocaribeñas, afrodescendientes y de la diáspora africana, aunque duela gritarlo, a veces. Porque hay que entender algo, esto no es un grito actual, no viene de ahora, no es una simple casualidad. Es un grito que proviene de nuestras ancestras, de nuestras abuelas, de nuestras madres, de nuestras hermanas negras, de todas ellas. Un grito que comenzó con siete años apenas como mágica y valientemente lo recitaba Victoria Santa Cruz y cuyos versos aún siguen vibrando en mi propio ser.
Y hay que entender algo más, como mujeres negras no hemos necesitado que alguien nos explique qué es la discriminación o que nos expliquen cuales son las dinámicas que intervienen en ella, a pesar de que muchas mujeres y hombres blancos lo han intentado de la forma más violenta y narcisista posible (#DearWhitePeople, entiendan, por favor, no necesitamos eso de ustedes). No necesitamos nada de eso porque la vivimos a diario, construyéndonos y deconstruyendonos día a día.
Como mujeres afrofeministas no solo entendemos la interseccionalidad, la vivimos día a día. Y en ese sentido, no es un discurso que hemos asumido para “parecer inclusivas”, como muchas feministas blancas lo hacen. Duele y una se cuestiona casi a diario, ¿porque algunas mujeres se asumen como feministas interseccionales si ni siquiera son coherentes con sus discursos y modos de pensar? ¿Por qué asumirse como feministas antirracistas cuando sus actitudes y pensamientos dicen todo lo contrario? Y en muchos espacios feministas, solo consideran a las mujeres negras para llenar su cuota de interculturalidad, para sentirse inclusivas e interseccionales. Compañeras, la lucha contra el racismo dentro del movimiento feminista y en diferentes espacios no solo es este día o en junio, el mes de la Cultura Afroperuana. Esta lucha es todo el año, todos los días, toda la vida. Porque no somos mujeres negras solo un día o un mes en el año. Somos negras todo el año. Y es más triste aún, ver a mujeres que se apropian de una identidad que no les pertenece si un mínimo de respeto hacia nuestras ancestras y sin cuestionar sus propios privilegios, si quiera. Instrumentalizando y apropiándose del uso de los turbantes, trenzas africanas, dreads, entre otras cosas, para parecer una mujer negra que pueda ser incluida en algunos espacios. Haciendo esto sin entender lo que significó para nuestras ancestras el uso de los turbantes o de las trenzas africanas. Apropiándose de una identidad sin haber pasado por un proceso de cuestionamiento personal. Estas reflexiones, aunque son parte de un proceso largo y complejo de cuestionamiento, son necesarias e importantes de poner sobre la mesa, especialmente un día como hoy.
Y frente a estas situaciones de violencia y discriminación, que nos desaniman y amilanan el ser, solo nos queda encontrar la llave, esa llave que encontró Victoria Santa Cruz y que encontraron otras mujeres negras y valientes en su momento y en su contexto. Estoy segura que nosotras estamos en el camino correcto de encontrar la llave, nuestra llave. Por lo tanto, hoy es un día perfecto para pensar en eso. ¿Qué nos hace seguir resistiendo como mujeres negras a pesar de todo? ¿Por qué si duele tanto ser una mujer negra, lo seguimos proclamando con orgullo y con amor? Porque sabemos que esta lucha duele, pero que es necesaria e importante. Por nosotras, por las que siguen resistiendo y por las que no están, pero que lucharon tanto para que estemos donde estemos. Nuestra existencia es resistencia, leí alguna vez. No hay verdad más absoluta que esa. Para el resto de la gente exageramos, somos resentidas sociales, no tenemos autoestima, no nos queremos lo suficiente. Quería gente blanca que nos dice cómo pensar y sentirnos. Personas que nunca han vivido la discriminación y violencia en sus propios cuerpxs, “nos explican” qué es la discriminación y cómo opera. Pues, sí, el chiste se cuenta solo.
Frente a estos comentarios sin sentido y sin argumentos, es súper importante y necesario, seguir resistiendo desde diferentes formas de autocuidado. Hoy por hoy, se habla mucho del autocuidado, del amor, de soltar y de sanar. Pero realmente no es tan fácil como parece. Sin embargo, estoy convencida que las mujeres negras hemos encontrado herramientas específicas de autocuidado para enfrentar el mundo en el que vivimos. Hablar y sentir a mis ancestras desde la poesía que escribo es, quizás, una de las herramientas de autocuidado más hermosas y poderosas que tengo. Pero no es la única. Hoy día, que honramos y amamos a nuestras ancestras, podamos pensar y reflexionar acerca de las herramientas de autocuidado, de manera individual y colectiva, que tenemos como mujeres negras. Por eso puedo decir que yo resisto desde el autocuidado cuando amo esta existencia contra hegemónica. Yo resisto desde el autocuidado cuando abrazo ser una mujer negra y gorda. Yo resisto desde el autocuidado cuando honro día a día a mis ancestras. Yo resisto desde el autocuidado cuando confío que esta lucha es acompañada y que camino de lado a lado con mis hermanas negras sin importar distancias ni fronteras. Yo resisto desde el autocuidado cuando escribo poesía afrofeminista desde el corazón para celebrar a todas mis hermanas negras. Yo resisto desde el autocuidado cuando confío en mis ancestras.
Honremos, amemos y respetemos a nuestras ancestras ahora y siempre. Porque nuestra existencia es resistencia. No lo olviden, ni al mirarnos ni al sentirnos.