
Normalmente cuando una mujer negra tiene un logro significativo, es casi normal ver cómo las fanpage y redes sociales de mujeres negras, se abarrotan de publicaciones de celebración por esos logros, tal cómo ha sido el caso de la reciente coronación de Miss Sudáfrica como la nueva Miss Universe 2019.
Pero hay quiénes de forma maliciosa o no, siempre cuestionan el ¿Por qué nos alegramos tanto nosotras, si la que ganó es ella… «Y ni del mismo país somos»?
Pues quiero responder a eso, y podría incluso asegurar, que esto que diré, responde a un sentimiento compartido con otras mujeres negras que al igual que yo, hicieron suyo el triunfo de Miss Sudáfrica, pero también el de otras mujeres negras que han tenido éxito en otras disciplina, cómo ser música, gimnasia, cine, política, modelaje, etc. Por eso tengo que partir diciendo que una de las características más relevantes que compartimos como mujeres negras, es que la negritud que construyeron nuestras ancestras, edificó un camino que TRASCIENDE TODA FRONTERA, y nos ha marcado la ruta para encontrarnos en una identidad diversa, pero siempre abrazadas en una lucha unilateral dónde reconocemos y celebramos todo lo avanzado como comunidad, pero somos conscientes del largo trayecto que aún nos falta por recorrer.
Esa universalidad de nuestra NEGRITUD, también es un legado que la diáspora africana nos sigue enseñando con constancia. Que tanto los logros, fracasos, dificultades y afectaciones de una, también impacta en la vida de la otra (aunque seamos de nacionalidades distintas). Y es por eso, que juntas aún en regiones o continentes diferentes, mantenemos vivas esas historias cruzadas, a través del resguardo de esos elementos culturales que nos identifican y unifican como NEGRAS, sin interpelar a una nacionalidad que nos divida. Y es qué si encerramos en una habitación a 100 mujeres negras, todas aún en su esencia única y distinta, siempre tendremos más de algún símbolo cultural en común, y no me estoy refiriendo únicamente color de piel, sino también a esas insignias que nos recuerdan que todas venimos de la misma cuna negra. Por ejemplo, las trenzas en nuestros cabellos, dónde nuestras ancestras memorizaban el camino que querían cruzar y guardaban los granos para seguir cosechando esperanzas. También hablo de los turbantes, esas coronas que al ponerlas en nuestra cabeza, nos da una dosis de empoderamiento, identidad, resistencia, elegancia y belleza. Y otros tantos elementos que aún con sus variantes, no pierden la esencia ancestral.
Barbara Abadía en un artículo que escribió para Afro-feminas decía que «la sororidad negra es reconocer sin importar la nacionalidad, el compromiso que tenemos con las Negras que ya no están, con las Negras que nos acompañan y las Negras que vendrán». Y es qué, sólo juntas seremos capaces de tejer redes que aporten al reconocimiento de lo que somos con todas nuestras capacidades, identidades, adversidades y diversidades.
Así es que, cuándo una mujer negra es racializada, también lo denunciamos nosotras. Si una mujer negra es sexualizada, también lo sentimos nosotras. Si una mujer negra es invisibilizada, también lo comprendemos nosotras. Si una mujer negra es discriminada, también lo sufrimos nosotras. Es por eso, que si una mujer negra triunfa en grande, también ganamos y lo celebramos nosotras, porque los logros al igual que las afectaciones son estructurales, y en la plataforma de esa NEGRITUD, nos vemos identificamos TODAS
By Lo que callamos Las Negras
Naama López