LAS MUJERES EN ESTADO DE DESPLAZAMIENTO FORZOSO EN COLOMBIA ESTÁN EN UNA MAYOR SITUACIÓN DE VULNERABILIDAD. EDUCACIÓN, TRABAJO Y SALUD SE LES PRESENTAN MÁS COMO PROBLEMAS QUE COMO SOLUCIONES.
Colombia ocupa uno de los primeros puestos en el mundo en desplazamiento forzado. Aproximadamente 4.3 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares debido al conflicto armado del país. De la anterior cifra, 1.427.544 son mujeres.
Según Codhes (Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplaza-miento), 89.750 personas fueron desplazadas en lo corrido del 2011 pero según las cifras de la hoy desaparecida Acción Social y la hoy Unidad de Víctimas, el año pasado fueron expulsadas de sus hogares 102.956 personas (54.279 mujeres).
La condición de la mujer desplazada es de especial vulnerabilidad debido a la precariedad en la que llega a los lugares de recepción luego de haber sido desplazada. Educación, hijos, salud y trabajo son los temas que más le generan desigualdad de género a las mujeres en situación de desplazamiento.
Hilda Bejarano vivía con sus cuatro hijos y su esposo en San José del Guaviare. Con sus cuatro hijos y esposo trabajaban en conjunto en un pequeño supermercado, en el que la guerrilla les cobraba «vacuna» para poderlos dejar vender. Un día, los guerrilleros llegaron por la «vacuna» y también para avisarles que se debían ir del pueblo.
Sin muchas pertenencias tuvieron que dejar su hogar. Hilda dejó a su mamá y a sus hermanos peligrando en San José del Guaviare, pues la guerrilla, solo dejaba ir a quienes desplazaba. Bogotá fue la solución inmediata para estas seis personas, y el barrio Caracolí, ubicado al sur de Bogotá en una de las zonas más pobres de la ciudad, fue el refugio para esta familia.
La comunicación con sus familiares en San José del Guaviare era particularmente dificultosa, pues no había muchos celulares en la zona y si querían hablar, Hilda debía llamar al radioteléfono de la guerrilla, pues ellos controlaban también el flujo de llamadas y quien hablaba con quien. A cuatro hijos pequeños Hilda tuvo que dejar en su hogar mientras les conseguía colegio y ella, trabajo.
Caracolí, una zona en la que abunda la población desplazada, a pesar de haberlos acogido, también les enseñó el verdadero significado de la violencia urbana. En ese sector de Bogotá no hay policía, pues muchos han sido asesinados, por lo que el Ejército es la única autoridad del Estado haciendo presencia hasta para poder subir camiones con leche y comida, pues si no es así, son atracados por bandas delincuenciales.
Tras varios años de vivir excluida por culpa de la violencia, Hilda decidió volver a San José para visitar a sus familiares, pero primero debió pedir permiso a la guerrilla, que extrañamente, la dejó ingresar. Pudo volver a Bogotá, y tras buscar en muchos sitios, logró ingresar como cocinera en un restaurante, lo que le dejaba ingresos para poder llevar algo de dinero a su hogar y hacer que sus hijos estudiaran. Nunca recibió subsidios del Estado porque no los pidió, ya que muchos de sus compañeros desplazados afirman que de ahí empiezan a saber quien llegó de dónde y los guerrilleros del barrio pueden llegar a hacerles daño.
La violencia de la que intentó huir es diferente a la que hoy vive, pues debe cuidar a sus hijos para que no entren en bandas delincuenciales, así como también de los enfrentamientos constantes entre los paramilitares y la guerrilla en Bogotá. Terminó trabajando como empleada de servicio para poder recibir más ingresos y ahora, está en una peluquería haciendo el aseo.
Este caso es una muestra de cómo generalmente las mujeres desplazadas llegan con sus hijos pero sin esposo, lo que hace más difícil la situación, pues muchas dependían en gran medida de ellos porque nunca aprendieron un oficio o porque simplemente se quedaron atendiendo las labores del hogar.
Muchas de las mujeres desplazadas engrosan las listas de las personas que se dedican al rebusque pues al no saber ningún oficio en particular, es más fácil salir a vender cualquier cosa que quedarse con hambre en sus casa cuidando a sus hijos.
Los lugares de vivienda de las mujeres desplazadas tienden a ser de niveles socioeconómicos bajos, muy diferentes al campo y donde hay presencia de pandillas, desmovilizados de la guerrilla o paramilitares, lo conlleva a ir de un lugar violento a otro compartiendo el techo con los culpables de la pérdida de sus hogares.
La falta de protección del Estado colombiano a las mujeres desplazadas llevó a la Corte Constitucional a emitir una sentencia al respecto (T-025 de 2004) y posteriormente el Auto nº 092/08, que sugiere la creación de trece programas para contrarrestar de alguna manera los vacíos legales en el asunto.
La anterior legislación pretendió eliminar los riesgos de género causados por el conflicto armado, como prevenir la violencia sexual, intrafamiliar y comunitaria contra la mujer desplazada, facilitar el acceso a la educación y a oportunidades.
¿Cómo hacer eso si no aumentaron el pie de fuerza pública en los albergues ni tampoco existieron jornadas de educación sexual? La mayoría de mujeres desplazadas no conocen sus derechos, lo que hace mucho más difícil la labor del Estado para ayudarlas aunque sea por la vía legal.
El Auto nº 092/08 se intenta que la mujer desplazada tenga los mismos derechos y garantías que un hombre en su misma condición. Hace visible que hay una problemática de desigualdad pero no hay nada concreto que permita solucionarla.
Según la última encuesta sobre zonas marginadas y desplazamiento forzado, Profamilia encontró que las principales razones por las que las mujeres desplazadas encuestadas abandonaron su tierra son: amenaza a su seguridad (50%), por ser obligadas a abandonar su hogar (17%), asesinato de sus hijos (10%) y amenazas a su seguridad personal (9%).
Los embarazos entre las adolescentes desplazadas aumentaron a un 35% a pesar de que muchas de ellas afirmaron cuidarse con algún tipo de anticonceptivo. Así mismo, la violencia contra mujeres desplazadas en estado de embazado es de 19%. Según el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), el promedio de edad de las mujeres desplazadas viudas es de 34 años, siendo ocho veces mayor esta situación de viudez en mujeres que en hombres.
Efectos del desplazamiento en las comunidades receptoras caso Bogotá Bogotá se ha convertido en el principal receptor de población desplazada por ser la ciudad de las oportunidades” y aquel lugar en el que muchas personas tienen familiares o allegados de sus tierras. Desde 1997 a 2010, Bogotá recibió a 292.913 personas con un promedio de cuatro personas por familia. Muchas de las personas desplazadas llegan a Bogotá con la intención de quedarse, pues saben que si regresan, las posibilidades de volver a ser desplazados por segunda vez es grande. Las comunidades a dónde llegan las personas en situación de desplazamiento sufren cambios debido a la ocupación de determinadas zonas que pueden llegar a convertirse en refugios de desplazados, o que en otros casos, se convierten en focos de violencia.
En Bogotá, la única localidad en donde no hay desplazados es Sumapaz y la que más personas en situación de desplazamiento es Ciudad Bolívar (9,4%), luego Bosa (8,9%), Kennedy (7,7%), Suba (5,7%), San Cristóbal (5,1%) y en sexto lugar está Usme (3,4%).
Si bien las personas que ya vivían en barrios marginados y los desplazados conviven en el mismo espacio, los primeros tienen mayor acceso a la educación, a servicios públicos y a algo muy importante: el trabajo. Debido a los bajos niveles de educación de las personas desplazadas, y en particular de las mujeres, se ven obligadas a ir tras el «rebusque», lo que tampoco les genera muchos ingresos mensuales.
La mujer desplazada tiene un problema adicional, y es que al tener hijos de los cuales encargarse por su cuenta, no tiene en dónde dejarlos, por lo que conseguir trabajo se ve cada vez más como una utopía, ya que sin dinero no hay guardería y mucho menos comida.
Los grupos afro que han llegado desplazados a la ciudad, son quienes tienden a organizarse para formar grupos que los representen y puedan ser vistos como población a nivel político.
El sufrimiento no es un asunto de género, pero las estadísticas revelan que le es más difícil salir adelante a una mujer desplazada con hijos que a un hombre. Según la ley de Víctimas, las mujeres cabeza de hogar tendrán preferencia ante cualquier proceso, ya sea de entrega de predios, beneficios, crédito, seguridad social, educación, recreación o jornadas de cedulación, entre otros.
En caso que la mujer en estado de desplazamiento decida acusar a su agresor ante la ley, no está obligada a confrontarlo.
Políticas distritales frente a las mujeres desplazadas (Bogotá)
Debido a que la gran mayoría de desplazados llega a Bogotá, desde hace algún tiempo las diferentes administraciones locales han desarrollado iniciativas con el propósito de brindar un acompañamiento adicional a la mujer en situación de desplazamiento.
La Alcaldía tiene las UAO (Unidades de Atención y Orientación a la población desplazada), que son espacios que buscan la inclusión de los desplazados a los programas de la administración distrital, ya sea en temas de educación, salud, y especial protección a la población afro, indígena y a los menores de 15 años.
Los CAVIDH (Centro de Atención a Víctimas de la Violencia y Graves Violaciones a Derechos Humanos) de mujer y género (en Mártires) ofrece atención a mujeres, jóvenes y niñas que han sido víctimas de violencia sexual o de género en el marco del conflicto armado. En esta Alcaldía fue creada la Alta Consejería para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación para poder atender con mayor vehemencia las necesidades de esta población que llega a Bogotá.
Agentes del conflicto
Grupos paramilitares. Los paramilitares comenzaron siendo pequeños grupos de protección para empresarios y campesinos en las áreas rurales contra los grupos armados que azotaban al país, pero poco a poco tomaron más fuerza hasta llegar a competir con la guerrilla en narcotráfico.
El grupo paramilitar con más combatientes fue el de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), y su vez, el responsable de grandes masacres como la de Marmato, Caño Viejo, Llama Caliente, El Carmen, La Rochela y El Salado, entre otras.
Desmovilizados de la guerrilla y los paramilitares. Muchos de los hombres que se desmovilizaron de los grupos armados reincidieron en conductas delictivas y formaron nuevos grupos, como las Águilas Negras, los Rastrojos, los Urabeños y los Machos.
Guerrilla. En 1964 Manuel Marulanda alias «Tirofijo» y Jacobo Arenas crearon en la toma de Marquetalia las Farc-Ep (Fuerzas Armadas revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo para “acabar con las desigualdades sociales, políticas y económicas, la intervención militar y de capitales estadounidenses en Colombia mediante el establecimiento de un Estado marxista-leninista y bolivariano”, según dicen en su carta fundacional.
De bandoleros pasaron a ser narcotraficantes, extorsionadores, secuestradores y en general, el grupo armado que durante muchos años fue el único responsable de desplazamientos en muchas regiones del país.
En los últimos años, el Ejército ha dado de baja a sus máximos líderes, pero los secuestrados, entre ellos muchos miembros de las Fuerzas Armadas y políticos, han aumentado drásticamente.
El Eln (Ejército de Liberación Nacional) fue creado por los hermanos Marco, Antonio y Fabio Vásquez Castaño en Simacota (Santander). No fueron tan grandes como las Farc, pero aun así, hoy en día siguen causando daño en algunas partes del país. Si bien cuentan con pocos miembros, se constituyen como un grupo con algo más de estructura política, bajo la teoría de la liberación, instaurada por algunos sacerdotes españoles Camilo Torres, Aurentino Rueda, Domingo Laín, José Antonio Jiménez, Diego Cristóbal Uribe, Bernardo López Arroyave y Manuel Pérez.
ASOMECOS AFRO.
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