Cuando Lucho Brala, uno de los cununeros más grandes que ha dado el Pacífico, murió en abril del 2016, su regreso a Timbiquí, Cauca, estuvo acompañado por 30 cantandoras de Cauca y Nariño que lo esperaban a orillas del río.
Su cuerpo viajó en barco desde Buenaventura y entró por el río Timbiquí. Lentamente llegó al puerto y los alabaos resonaban. El joven, que sufría de una pequeña discapacidad cognitiva, tuvo convulsiones un día que estaba solo en su casa, se cayó y se golpeó en la cabeza. Fue llevado a Cali de emergencia, pero no hubo forma de salvarlo. En su velorio no solo hubo alabaos. También viche o biche. Porque en el Pacífico, la vida y la muerte tienen esta bebida espiritual que sirve para la alegría y los dolores; para los males del cuerpo y para refrescar el alma.
Con viche le cantaron y con viche lo despidieron. Y los periodistas que habían llegado para ver el trabajo y el disco de las cantadoras en el proyecto Red de Cantadoras del Pacífico Sur, fueron a un velorio distinto y sintieron en los cantos de estas mujeres el dolor de la partida y su trabajo para levantar esa alma recién ida.
Y tomaron viche por primera vez: “Dos cosas le pueden pasar, o le da un dolor de cabeza muy horrible que le va a durar varios días, o le da un daño de estómago espantoso. Es mejor lo primero, porque significa que no está tan mal de salud”, dijo Prima Hermana, como le gusta que la llamen una de estas cantadoras, seria, pero abrazadora, matrona, maestra cantadora, sembradora y experta en viche.
Ella, al igual que las comunidades negras del llamado andén del Pacífico (Chocó, Valle, Cauca y Nariño), son los guardianes de esta bebida que el 15 de septiembre el Congreso de la República aprobó como proyecto de Ley, «por medio del cual se reconoce, impulsa y protege el Viche y sus derivados como bebidas ancestrales, artesanales, tradicionales y patrimonio colectivo de las comunidades negras afrocolombianas de la costa del pacífico colombiano».
“Celebramos que el Congreso haya aprobado en plenaria la Ley del Viche, una Ley que reconoce esta bebida ancestral y que hace parte de la identidad cultural de nuestras comunidades del litoral pacífico”, dio la ministra de Cultura, Angélica Mayolo.
La Ley del Viche, que desde octubre de 2020 hacía trámite en el Congreso como parte de una iniciativa conjunta de 23 parlamentarios de Nariño, Cauca, Chocó y Valle del Cauca, en cabeza de Juan Fernando Reyes, y busca, además impulsar y proteger la propiedad intelectual y producción de esta bebida.
Su origen es incierto, pero se habla de unos 300 años y está relacionada con las comunidades negras esclavizadas que llegaron a la zona. Nace de la caña de azúcar cortada antes de su maduración. La caña se muele para extraerle su jugo y cuando se obtiene el guarapo se destila en alambiques artesanales.
Hay varios tipos. La tomaseca (que tiene manzanilla, romero, yerbabuena y otras hierbas sembradas en las huertas de las comunidades) es la bebida que toman las mujeres luego de dar a luz. También sirve para los cólicos menstruales y, dicen las maestras sabedoras, aumenta la fertilidad.
El viche curao se usa, también según sus hacedores, para sacar los ‘maleficios’ del estómago. Pero además se le atribuyen condiciones afrodisíacas tanto para hombres como para mujeres.
El secreto para que sirva más es ponerle las hierbas medicinales y bejuco de monte y dejarlo entre 15 y 20 días para que fermente bien y mejore más. En sus prácticas, hay productores, como la reconocida doña Sofi, que lo dejan fermentar hasta un mes.
Ella, que aprendió a preparar viche desde niña, viendo cómo lo hacía su mamá, trabajaba desde la madrugada en este ritual.
El arrechón es otro de los derivados. Conocido como el Baileys del Pacífico, se hace con borojó, miel y maní, entre otros, y es para paladares más exquisitos.
El viche blanco o transparente es el de tomar en las fiestas y tiene un contenido etílico del 35 por ciento, aproximadamente. Es el responsable de más de un embarazo, cuentan los que saben.
También está el tumbacatre, que es la mezcla de viche con chontaduro y borojó, reconocido como potencializador sexual, según los entendidos, y el pipilongo, que con hierbas medicinales se usa para tratar problemas de próstata.
El escenario del festival Petronio Álvarez ha sido el mejor promotor del viche. En cada agosto, sin control ni restricciones, llega a Cali por los caminos de los ríos y las carreteras, para volverse la bebida oficial de este encuentro musical con la marimba de chonta como reina homenajeada. Y el Petronio tiene un récord especial: no hay peleas ni nada que lamentar en su fiesta exuberante. Música, la grandiosa comida del Pacífico y mucho biche.
El viche es una bebida de resistencia que recuerda el pasado de hombres y mujeres esclavizados que, cuando escapaban de las haciendas y el maltrato, lo hacían con la fuerza que les daba la bebida a sus piernas.
Hace unos años, un caleño quiso registrarlo y fue cuando las comunidades del Pacífico, encabezadas por los grupos que lo producen en grandes cantidades, que es el 10 o 15 por ciento de la población negra de la zona, decidieron defender su derecho sobre la bebida. Acompañados por la Gobernación del Valle, asociaciones afro y un colectivo de abogados, iniciaron el proceso para buscar que fuera un patrimonio colectivo.
La iniciativa ante el Congreso involucra, además, a los ministerios del Interior, Comercio, Trabajo y Agricultura, entidades que “deberán diseñar e implementar un programa de fomento a la producción artesanal y comercialización. A través del Sena y del Ministerio de Educación, se deben consolidar programas de formación para la producción de esta bebida”.
Igualmente, “la Superintendencia de Industria y Comercio protegerá la propiedad intelectual, industrial y comercial del viche/biche. El Invima deberá crear el registro, permiso y notificación sanitaria para la producción de esta bebida, preservando las prácticas ancestrales, para esto se creará la categoría AA, artesanal étnica”.
El Ministerio de Cultura, por su parte, presentará en el Plan Especial de Salvaguardia del Paisaje Cultural Vichero al Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC) para su inclusión en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación.
Esta bebida, además, ya hace parte de otros patrimonios, como el inmaterial de los cantos de marimba y la marimba de chonta, y de la partería.
Sus hijos, que se han ido por el mundo, lo defienden. Camufladas en sus maletas van las canecas, bien sea de viche curao, con sus hierbas, que nunca se pudren, o del blanco, para celebrar la vida, y para honrar a quienes dejan este mundo.
POR: ASOMECOS AFRO