“EL RACISMO PERSISTE EN TODA AMÉRICA”

LA CANADIENSE AFUA COOPER SALTÓ A LA FAMA CUANDO EN 2006 PUBLICÓ LA DESCONOCIDA HISTORIA DE LA ESCLAVITUD EN CANADÁ. ARCADIA HABLÓ CON ELLA SOBRE EL PASADO SECRETO DE SU PAÍS, EL RACISMO EN ESTADOS UNIDOS Y EL PAPEL QUE PUEDE JUGAR LA EDUCACIÓN EN LUGARES COMO COLOMBIA.

 

Hacía mediados de 1734 la ciudad antigua de Montreal ardió en llamas. El incendio, sin embargo, y a pesar de ser documentado por académicos, pasó a los anaqueles de la historia y no tardó en ser olvidado. El país quiso dejar de lado el episodio por una razón muy sencilla: ponía en evidencia un secreto nacional, una realidad que contrarrestaba la imagen que buscaba forjar el país: su relación con la esclavitud.

Marie-Joseph Angélique, una esclava negra nacida en Portugal pero vendida a una familia canadiense, había producido el incendio. Odiaba Canadá, a su matrona, quien la azotaba continuamente, y quería regresar a su país. Después de padecer un juicio de dos meses, de ser torturada y humillada en público, las autoridades la colgaron en una plazoleta pública.

Su historia es el eje central de The Hanging of Angélique, el libro que la canadiense nacida en Jamaica Afua Cooper publicó en 2006. La obra, hoy estudiada en un sinfín de clases universitarias, confrontó a todo un país con su pasado esclavista. Desde entonces, y después de pasar 15 años estudiando la vida de Angélique, la poeta y profesora universitaria se ha dedicado a rescatar la historia de los afroamericanos en Canadá.

¿Cómo entró en contacto con a historia de Angélique?

Como una persona que siempre le ha interesado la historia negra de Canadá, me topé con la de ella en una exhibición en Toronto en 1984. Me sorprendió que en toda la muestra solo había dos frases sobre esta mujer esclava de Montreal que había sido ejecutada por supuestamente quemar la ciudad. Pensé: ‘yo ni siquiera sabía que la esclavitud había existido acá’. Dos décadas después volví a la historia cuando ya había hecho mi maestría y PhD.

¿Cómo se acercó a la historia?

La historia se basó en los documentos de la corte que están disponibles en el Archivo General. Aparecía que en 1743 la ciudad de Montreal sufrió un incendio gigante y que Angélique, una mujer esclava, había sido arrestada por causarlo. A ella la llevaron a las cortes donde fue condenada, luego torturada y colgada.

¿Por qué se demoró dos décadas en volver a la historia?

Durante esas dos décadas me dediqué a otros aspectos de la historia americana, como el movimiento abolicionista. También necesitaba aprender a leer en francés, ya que todos los sus documentos estaban en ese idioma. Por otro lado, tenía que absorber una cantidad enorme de información que iba más allá de la historia de Angélique. Información del régimen francés en Canadá, la historia colonial francesa y su jurisprudencia.

El libro no se limita a la historia de Angélique: hace un recuento del fenómeno de la esclavitud en Canadá y Europa.

Sí. Tuve que aprender sobre todo el comercio de esclavos que se dio en el Atlántico. Angélique venía de Portugal, y quería averiguar cómo una mujer que vivía en Europa termina en Nueva Francia. Aprendí que antes había estado en Nueva York y que sufrió toda una serie de movimientos alrededor del mundo.

¿Qué fue lo que más le interesó de la historia de Angélique?

Lo que más me intrigó es que un incidente así de importante de la historia de Canadá no se enseñara ni en el colegio ni en la universidad. El incendió de Montreal fue muy significativo, pero por alguna razón se eliminó de los archivos. Quería saber por qué no se conocía esa historia. Por otro lado, la vida y el triste devenir de Angélique me resultaron fascinantes. Al explorar su vida pude también entender la historia de muchos otros esclavos en Norteamérica.

Me resulta curioso que Canadá haya decidido enterrar esa parte de su historia cuando, por ejemplo, la esclavitud en Estados Unidos está más que documentada y se enseña en los colegios.

Gran parte de la identidad canadiense está anclada en la idea de que el país fue, cien años después de la historia de Angélique, un refugio para esclavos que se escapaban de Estados Unidos a través del ‘underground railroad’. Canadá, al igual que Inglaterra, había abolido la esclavitud en 1833. Los estadounidenses hicieron lo mismo pero 30 años después.

En esas tres décadas muchos esclavos se escaparon a Canadá, y durante los próximos años esa historia de cómo le ayudaron a muchos se convirtió en una especie de mitología canadiense: ‘mire, nosotros fuimos la tierra de los libres’. Pero lo que Canadá decidió no decir es que antes de eso allí también se comercializaban personas. Los canadienses se pintaron como los buenos y dijeron: ‘los malos fueron los estadounidenses’.

Asumieron la postura más conveniente…

Sí. Prefirieron no hablar de su propia esclavitud culpando y señalando a sus vecinos. Pero cuando uno empieza a investigar historias como la de Angélique, se da cuenta de muchas cosas. Como, por ejemplo, que hubo un historiador francés llamado Marcel Trudel que escribió en 1962 un libro titulado Los esclavos y sus dueños en Canadá. Uno se da cuenta de que a Trudel le costó mucho trabajo publicarlo, que nadie lo reseñó, ¡y que él mismo lo tuvo que reseñar! Muchos académicos también habían escrito artículos, pero que nadie veía. Luego apareció mi libro, una obra académica pero asequible.

¿Qué tan grande fue el comercio de esclavos en Canadá?

De lo que sé, no hubo ningún vínculo directo entre el país y África. Ningún barco de esclavos llegó a Canadá, pero los comerciantes franceses compraban esclavos en las colonias inglesas y en islas como Dominica, Guadalupe y Martinica. Además, muchos de los oficiales franceses que desembarcaron en Canadá ya venían con esclavos comprados en Europa, como Angélique.

¿Y en cuanto a números?

Sabemos que cuando Canadá fue colonia de Francia, antes de ser colonizada por los ingleses en 1760, una décima parte de la población era esclava. Y cuando los ingleses asumieron el mando, la esclavitud aumentó.

¿Usted cree que Angélique causó el incendio?

Sí. Y esa pregunta la contesto haciendo otra: ¿por qué no lo hubiera hecho? Como esclava, no tenía nada que perder. No hacía parte del sistema. Había entrado en la esclavitud, su ama la azotaba, se la llevaron de su tierra natal, a la que quería volver. Para ella Canadá era un espacio de opresión. En todo el continente hay historias similares de esclavos que usaron el fuego como parte de su resistencia. Quemaban las plantaciones, las casas de sus dueños, así arrancó la revolución de Haití.

¿Cómo reaccionó la gente a su libro?

La reacción fue mixta. Mucha gente lo acogió, hice muchas entrevistas tanto en los periódicos como en la radio. Pero el libro también molestó a muchos, quienes sentían que yo estaba escarbando y dando a conocer un secreto sucio del país. Me decían que no valía la pena volver al pasado y que como país teníamos que seguir hacía adelante. De todas formas, creo que en general el libro contribuyó positivamente. Hace poco mis editores me dijeron que 250 cursos universitarios en Norteamérica estudian la obra.

¿Y desde entonces el gobierno canadiense ha asumido la relación del país con la esclavitud?

¡Para nada! El gobierno todavía ignora el asunto. Prefiere decir que el país fue el refugio de esclavos estadounidenses. En 2007, cuando se celebraron 200 años del final del comercio de esclavos del Imperio Británico, Canadá no conmemoró el aniversario. Firmó un manifestó y ya. Pero los gobiernos siempre son lentos. Es la gente de las universidades, y lo que se está haciendo desde allá, lo que realmente considero importante.

¿Usted considera que Canadá hoy es un país racista?

Sí. Creo que todas las antiguas colonias son racistas. Todas tienen la misma historia, independientemente de si se habla de Canadá, Estados Unidos o Jamaica, todos los países donde hubo una importante inmigración de pobladores blancos.

Y cuando se trata de minorías como los negros, hay que entender que no llegaron allá bajo las mismas circunstancias y con las mismas posibilidades. Llegaron con una condición de subordinación. En el caso de Canadá, los africanos han vivido más tiempo como esclavos que como hombres libres.

Al mismo tiempo, la gente negra no actúa como victimas. Sigue adelante y juega un papel crucial en su propia emancipación. La gente pelea y es activa, y hay cierta belleza en esa lucha. Y creo que hacer la investigación de Angélique hace parte de esa búsqueda mundial por la igualdad.

¿Cómo se explica los recientes asesinatos y la brutalidad policial contra afroamericanos en Estados Unidos?

Creo que la gente tiene una idea equivocada de que se llegó a un paraíso racial porque hay una persona negra en la Casa Blanca. Uno puede poner a cualquiera en la Casa Blanca, pero eso no importa si las estructuras sociales no cambian. Es muy simbólico, muy lindo, y es bueno que los niños tengan un modelo a seguir. Pero poco cambia si las estructuras sociales están basadas en la desigualdad. Estos asesinatos vienen ocurriendo desde antes de que Obama llegara al poder.

De todas formas llama la atención como estos episodios han generado importantes movimientos de apoyo hacia las víctimas. Pareciera que por lo menos algo está cambiando…

Sí, es verdad. Siento que es como si estuviéramos devuelta a la época del movimiento de los derechos civiles.  En los sesenta y setenta la gente marchaba, había protestas, y ahora uno ve lo mismo con estudiantes, con el hashtag #blacklivesmatter, los die-ins, en los que cientos de personas se acuestan y pretenden estar muertos en apoyo a las víctimas. Eso me conmueve. Es emocionante. Y es algo que viene de la población civil, personas del común que están diciendo ‘suficiente, no más. No queremos vivir con miedo’.

¿Qué puede aprender un país como Colombia de la historia de Angélique?

No conozco del todo la situación acá, pero de mis lecturas creo que la sociedad tiene que incluir más a todo el mundo. Tiene que haber más inclusión. Ya se reconoce la diversidad, pero eso qué quiere decir. En un festival o en un carnaval uno puede tener bailes o eventos en torno a lo negro, pero cuando se acaban, ¿qué pasa? Se sabe que las comunidades afro de Colombia la tienen difícil.

¿Están siendo incluidos social y económicamente? ¿Cómo se encuentran los territorios donde históricamente han vivido? ¿Tienen acceso a los bienes de la nación? Esas son preguntas importantes. Tiene que haber diversidad, pero no solo en los carnavales, eso es simbólico. Hay que hacer preguntas epistemológicas sobre lo que significa ser humano en América: ¿Qué quiere decir tener una piel negra? ¿Qué quiere decir que yo diga que amo tener una piel negra?

Y entonces, para ir más allá de los carnavales y los festivales, ¿qué se puede hacer?

Hay que tomar en serio el papel de la educación. Yo siento que la educación es el gran marcador social. ¿Cómo sería si todo le mundo recibiera una educación de altísimo nivel? Que no solo sea para un segmento de la población. Si queremos ir más allá de los festivales o de las comidas autóctonas, hay que convertir a la educación en nuestra prioridad. Porque eso genera acceso y oportunidades a la gente.

ASOMECOS AFRO

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