Changó, el Gran Putas, escrita entre 1962 y 1982, es una extensa novela épica que narra la diáspora del hombre negro a través de los continentes. Con ella, Manuel Zapata Olivella (Lorica, 1920-Bogotá, 2004) se consagró como narrador y coronó una larga trayectoria —iniciada a una temprana edad, cuando a los quince años comenzó a publicar artículos en periódicos de Cartagena y, más tarde, en revistas y suplementos literarios de Bogotá— en la que destacan títulos como Tierra mojada (1947), La calle 10 (1969), Detrás del rostro (1963), Chambacú, corral de negros (1963) y En Chimá nace un santo (1964). El africano, su mito y su historia conforman esta epopeya, en la que la palabra unifica la música, los cantos y la simbología africanos. Changó es el producto de veinte años de investigación sobre la negritud más allá de las fronteras del Caribe colombiano.
En torno a 1943, Zapata —ávido observador— tomó la carretera y en su deambular por el mundo recorrió América, Europa, África y Asia. Descubrió la multiculturalidad y diversidad étnica de los pueblos, en especial, en el continente americano. Hizo de la cuestión racial en Latinoamérica el tema fundamental de su carrera literaria. Convirtió al hombre negro y su batalla por no olvidar su identidad, cultura e imaginario colectivo en protagonistas de su narrativa; con él, da voz a la comunidad africana que habita un Caribe mestizo de africanos, indios, blancos y mulatos. Su obra alterna, por un lado, el realismo y la denuncia social, centrada, sobre todo, en las desigualdades raciales, y, por otro, la mitología y la visión mágica del hombre negro. Es lo que Zapata denomina «realismo mítico», del que Changó es su máximo exponente.
La novela es un testimonio sobre el destierro del negro africano narrado por miles de voces que suplantan los documentos de quienes escribieron su historia: negreros, amos y gobernadores. Es un inmenso fresco que revela quinientos años de dominación y explotación, pero de lucha y anhelo también, que se nutre de leyendas, romances y religión, y que incorpora proverbios y cuentos de la rica cultura oral de África. La obra abarca desde el siglo xvi hasta el xx, desde su origen en el continente africano hasta las hazañas de sus héroes en las revoluciones americanas y su resistencia a las leyes de segregación en Estados Unidos, desde el devenir de la población negra en el Caribe y los cimarrones hasta la independencia de Haití, la primera república negra del mundo. Zapata acude a la oralidad —marco por excelencia de la comunicación en África y la de sus hijos en el nuevo continente— para, en suma, representar la historia del mestizaje en América Latina.
En Changó, que consta de cinco partes, «Los orígenes», «El muntu americano», «La rebelión de los vudús», «Las sangres encontradas» y «Los ancestros combatientes», su autor propone un mundo que fusiona lo real con lo fantástico, lo mítico con lo histórico, la vida con la muerte, el pasado con el presente. La narración se desarrolla desde un tiempo mítico, el del pasado legendario de las deidades africanas, hacia un tiempo histórico que cubre el desarraigo forzoso y la trata de negros desde África a América para el afianzamiento en la región de las potencias española y portuguesa. Asistimos al lamento del africano arrancado de sus raíces, despojado de su tierra y trasplantado a lugares que le son ajenos. Somos testigos de su experiencia americana, la humillación de la esclavitud, las revueltas por la libertad emprendidas por diversos líderes populares y las insurrecciones encabezadas por héroes como Simón Bolívar, José Prudencio Padilla y José Maceo. El libro concluye con la gesta libertaria en Estados Unidos, las luchas populares y el carácter profético de personajes como Nat Turner y Malcolm X, junto a los que desfilan también los haitianos Henri Christophe, el primer emperador negro en América, y Jean Jacques Dessalines.
Zapata fue autor pionero en exaltar la identidad negra colombiana. Siguió el ejemplo de Langston Hughes, relevante figura del Harlem Renaissance, a cuya puerta acudió y quien le encauzó en el camino de la literatura, que hizo lo propio con los hermanos del norte.
POR: JOSEFINA CORNEJO