LOS CANDIDATOS CONCENTRAN SU TRABAJO EN LAS DE MAYOR POBLACIÓN

EL PESO DE LAS LOCALIDADES EN BOGOTÁ

LOS CONCEJALES BUSCAN SUS VOTOS EN CUATRO DE ELLAS: SUBA, KENNEDY, ENGATIVÁ Y CIUDAD BOLÍVAR. LA MOE ADVIERTE QUE LA POSIBLE TRASHUMANCIA EN OTRAS TRES APLICA PARA BENEFICIAR EDILES, FACTOR CLAVE DEL JUEGO POLÍTICO.

Toda política es local. Esa frase, atribuida a un curtido congresista gringo, es esencial para entender casi cualquier proceso electoral. La premisa toma forma en Bogotá cuando se pone el foco sobre las campañas de los candidatos al Concejo y a las juntas administradoras locales (JAL), encargados de la filigrana que requiere construir la base de quienes aspiran a cargos más altos. El juego político, de hecho, no es el mismo en toda la ciudad debido a una razón simple: no todas las 20 localidades tienen el mismo peso.

Las más pobladas, de acuerdo con proyecciones de la Secretaría de Planeación a 2013, son Suba (1’182.950 habitantes), Kennedy (1’071.863), Engativá (877.051) y Ciudad Bolívar (691.666). También son aquellas donde más votantes viven. Conforman un río en el que, con tantos peces, todos quieren pescar, y por eso allí la campaña es mucho más competida que en el resto. Eso lo comprueba el siguiente dato: 33 de los actuales 45 concejales concentran su votación en esas cuatro localidades. Ninguno lo hace, por ejemplo, en La Candelaria, Antonio Nariño, Santa Fe o Sumapaz.

Félix Córdoba, que quiere ser edil de Kennedy, explica cómo se mueve la campaña allí: “Así como esta es la segunda localidad más grande, es igualmente diversa. Se puede hacer política desde todos los puntos de vista, en los estratos 1, 2, 3 y 4. El 3 entra a ser el decisivo. Para los que somos nuevos es complicado, porque el paquete electoral está amarrado, sobre todo en los barrios populares. Allá es más fácil hacer política para un candidato, sobre todo si tiene dinero. Lo difícil es encontrar gente que lea, analice y compare las iniciativas. Por eso mi campaña se ha centrado en los estratos 3 y 4, donde la gente se toma más tiempo para pensar en las propuestas”.

La táctica consiste, entonces, en saber dónde buscar los votos. Todo empieza por los ediles. Dado que en cada localidad opera una JAL, los candidatos a esas corporaciones (tanto los nuevos como los que quieren repetir) pueden garantizar votos dentro de esos sectores geográficos. Esto les resulta muy conveniente a los eslabones de la cadena que están más arriba. Los candidatos al Concejo pueden buscar votos en las 20 localidades, pero cada uno suele tener más arraigo en una o dos, ya sea porque allí vive, porque allí encuentra electores de su mismo estrato, porque allí ocurren situaciones relacionadas con sus propuestas principales (conflictos medioambientales, por ejemplo). La razón también es práctica: es preferible concentrar esfuerzos en zonas donde es más probable obtener votos. Los ediles o candidatos a edil están allí para garantizarlo.

Los candidatos al Concejo (incluidos concejales que buscan la reelección), con su fuerza sectorizada, tratan de servirles a los aspirantes a la Alcaldía. En Bogotá, no obstante, ha sido amplia la diferencia entre las lides locales, en las que se mueven concejales y ediles, y aquellas de los aspirantes a llegar al Palacio Liévano. La muestra está en que en las JAL, por ejemplo, dominan los partidos tradicionales, mientras que para alcalde se vienen escogiendo desde 1994 candidatos alejados de esas colectividades.

Sin embargo, la estrategia de echar a andar redes, estructuras o maquinarias políticas de entrada no tiene nada de reprochable. Algunas movidas, sin embargo, han despertado sospechas de organizaciones civiles y estatales en esta campaña.

Llegan en buses

Cuando la Misión de Observación Electoral (MOE) alertó a finales de septiembre sobre las elevadas inscripciones de cédulas en puestos de votación de La Candelaria, Los Mártires y Teusaquillo, la coordinadora de esa ONG en Bogotá, Aura Rodríguez, advirtió que podrían explorarse dos causas: la primera, que una cantidad muy importante de ciudadanos se mudó recientemente a esas localidades del centro de la ciudad y por eso aumentaron de forma atípica las inscripciones de documentos; la segunda, que “podrían estar presentándose presiones al elector o corrupción de sufragantes”.

La primera opción puede ser factible, pero se debe recordar que los mayores crecimientos poblacionales entre 2013 y 2014 se presentaron, en su orden, en Usme, Bosa, Suba y Fontibón, según la más reciente Encuesta Multipropósito de la Alcaldía. Es decir, no corresponden a las localidades sobre las que pesan dudas.

Queda la segunda opción, y un candidato a edil en Los Mártires asegura haber sido testigo de un episodio de trashumancia: “En julio, durante el período de inscripción de cédulas, se vio llegar buses con gente de Boyacá. Se inscribían y salían a comer a restaurantes cercanos al puesto de votación”. Este político, que intenta llegar a la JAL por primera vez, relata que es muy difícil competir contra esas fuerzas, sobre todo porque el instrumento que usan para persuadir es el dinero, aunque también usan la intimidación: “Alguna vez hice denuncias en consejos de seguridad y me llegaron sufragios”.

Es apenas una muestra de que en Bogotá, como lo asegura Rodríguez, de la MOE, también hay mafias electorales, sobre todo en las contiendas para JAL y Concejo. El punto es que no se puede generalizar ni estigmatizar cualquier movimiento como sospechoso. El Consejo Nacional Electoral (CNE), como es sabido, reversó esta semana la decisión de anular 71.000 inscripciones de cédulas en la ciudad por considerar que, a pesar de las dudas que les generaron en un comienzo, en la capital es difícil determinar, con base en los métodos que usa, si esos registros corresponden a trashumancia. La MOE respondió de inmediato que aquí sí hay trasteo de votos; quizás no para favorecer a candidatos a Alcaldía o Concejo, pero sí a algunos que quieren las curules de las JAL. Es el peso de lo local. Porque toda política es local.

ASOMECOSAFRO

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