MARINELLA MURILLO MORENO, DE PANGUÍ, NUQUÍ, SOBREVIVIÓ EN FORMA MILAGROSA A UN ACCIDENTE AÉREO Y SALVÓ A SU BEBÉ, TRAS CUATRO DÍAS EN LA SELVA. EL PILOTO CARLOS CEBALLOS MURIÓ EN EL SINIESTRO.
Atrás dejaba el colegio Litoral Pacífico de Nuquí. donde había cursado hasta el grado séptimo.
A los quince minutos de vuelo, cuando cruzaron el río Baudó, a la altura de Chachajo, Marinella sintió una fuerte turbulencia y la avioneta se vino a pique. En cuestión de segundos todo fue un desastre, comprobó que se habían estrellado en la selva y que las llamas la quemaban.
Atontada, salió de la avioneta y caminó diez metros cuando percibió que no cargaba a su bebé. Regresó y lo rescató del fuego. Como el bebé estaba muy caliente buscó un arroyo y lo bañó con agua fresca. Poco despues regresó, las llamas habían desaparecido, verificar que el piloto estaba muerto.
Cogió un machete, varios cocos, los teléfonos del piloto, la pañalera del bebé con un tarro de leche en polvo y se avioneta donde hizo un cambuche y pasó la primera noche en medio de la selva y la lluvia. Hizo más de noventa intentos fallidos de comunicación telefónica.
Al día siguiente miembros de la Fuerza Aérea en helicópteros localizaron la aeronave y rescataron el cuerpo del piloto. Mientras tanto Marinella amamantaba a su bebé, le daba colada de leche y agua recogida en hojas del bosque. La zona donde cayó la avioneta está ubicada en los cerros de Chachajo, entre las cabeceras de los ríos Suruco y Mojaudó, afluentes del río Munguidó.
Marinella estuvo a punto de ahogarse y ahogar a su bebé en una quebrada. Deambuló perdida en la manigua, entre palizadas, quebradas, peñas y árboles gigantescos, gritando y pidiendo auxilio, sin encontrar respuesta alguna. “Casi no puedo hablar y me duele el pecho de tanto gritar en la selva”. Solo veía los helicópteros que la buscaban y escuchaba el perifoneo que le recomendaba volver al lugar del accidente.
Al cuarto día, con sueño y extenuada por la falta de alimentos, con el diez por ciento de su cuerpo quemado y el pie derecho inflamado por la fractura de su tobillo, se recostó en un tronco. De pronto escuchó unas voces, reaccionó y les pidió auxilio. Se trataba de Acisclo Rentería Palacios, voluntario de la Cruz Roja, y de tres personas más. Acisclo le recibió a su bebé y le dijo que venían a rescatarla. “Intentó abrazarme, pero no tenía fuerzas”.
Marinella fue trasladada al sitio de encuentro con los helicópteros del grupo de búsqueda y luego al hospital San Francisco de Quibdó.
El 25 de junio fue llevada a Medellín,para recibir tratamiento médico especializado. “Un milagro”, titularon los periódicos de medio mundo. “Ejemplo de coraje de una madre por su hijo”.
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