LOS GUIÑOS ARGENTINOS NO CESARON EN LA VISITA DEL PONTÍFICE A LA ISLA CARIBEÑA, PERO EN LA HABANA LO ESPERABA UNA SORPRESA MUY ESPECIAL
Las travesuras del viento con el solideo papal, mucha lluvia y una presencia inusual de Argentina en Cuba, con menciones al fútbol y la asistencia de la presidenta Cristina Fernández, fueron algunas de las notas de color que acompañaron al papa Francisco en su viaje a la isla caribeña.
Ya se ha convertido en costumbre que el viento sea el primero en saludar al sumo pontífice cuando llega a Latinoamérica: en Cuba se repitió el percance que el papa vivió en Ecuador en julio pasado, cuando una fuerte brisa hizo que el solideo o gorro blanco saliera volando.
Y es que Francisco se vio despojado de su tocado nada más aterrizar en La Habana, el pasado sábado, al bajar del Airbus A330-200 de Alitalia que le trasladó desde Roma.
Y durante el recorrido en «papamovil», desde el aeropuerto José Martí, el viento también provocó que a ratos su túnica blanca le tapara la cara y le impidiera ver el camino.
La lluvia apareció a ratos durante el viaje papal, pero Santiago, donde culminó su gira cubana, le recibió con un fuerte aguacero que le acompañó hasta el Santuario de la Caridad del Cobre, patrona del país.
Los guiños argentinos no cesaron durante su visita. El primero fue en su primera misa multitudinaria, en la Plaza de la Revolución de La Habana, donde junto a su presencia se impuso la de una gran efigie del Che Guevara, el compatriota que hizo la revolución cubana junto a Fidel Castro.
Esa fue la fotografía que todos querían captar, a Francisco junto al Che, dos argentinos que sin duda ya han pasado a la historia.
Lo que no imaginaba el papa es que un grupo de hinchas de su equipo de fútbol favorito, el San Lorenzo, viajara desde su natal Argentina hasta La Habana.
Allí lo saludaron con una pancarta que mostraba los colores azul y rojo del equipo con la leyenda «Ciclón de Fe», en alusión al apodo del conjunto conocido como «El Ciclón».
«Cuando nos vio hizo un gesto muy argentino, como preguntándose qué hacíamos aquí, fue algo muy emocionante, no pude evitar llorar», contó a Efe Paula Milano, una bonaerense que viajó a Cuba solo para ver al pontífice latinoamericano.
Desde Buenos Aires también viajó a La Habana su presidenta, Cristina Fernández, quien, con vestido blanco y pamela, puso un distinguido toque argentino a la visita de Francisco.
Otro guiño de complicidad tuvo lugar en Santiago, ya en la última etapa de su gira, cuando un grupo de niños interpretó para él, en el Santuario de la Caridad del Cobre, una versión coral de «Yo vengo a ofrecer mi corazón», del también argentino Fito Paéz.
Esas anécdotas se completaron con el que fue el acto más simbólico de su visita: una reunión con Fidel Castro, el líder de la Revolución y quien a sus 89 años vive retirado de la vida política desde 2006.
Jorge Bergoglio se reunió con Fidel en su residencia antes de asistir a una audiencia con su hermano Raúl, actual presidente de Cuba.
Fue un encuentro «muy familiar», contó a Efe Alex Castro, hijo de Fidel y autor de las únicas imágenes difundidas de la cita, en la que Castro y el papa actuaron como «si se conocieran de toda la vida», agregó, mientras conversaban e intercambiaban libros.
Francisco regaló a Fidel dos volúmenes del teólogo Alessandro Pronzato y varios sermones del jesuita español Armando Llorente, mentor del propio Castro durante su estancia en el Colegio de Belén de Cuba, y quien se vio forzado a salir del país después del triunfo de la revolución de 1959.
Aunque felices por la visita papal, los cubanos han visto estos días alterados su vida cotidiana, sobre todo en La Habana, donde se han producido cortes de tráfico y cierres de calles. Esas alteraciones también las han padecido los turistas, que han perdido horas en los aeropuertos a causa de los cambios en los planes de vuelos internos.
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