
KANDYA OBEZO, LA COLOMBIANA BECADA EN GEORGETOWN
ES UNA DE LOS CUATRO CONNACIONALES MERECEDORES EN EL 2015 DE LA BECA FULBRIGHT PARA LÍDERES AFRODESCENDIENTES. CUANDO SE GRADÚE DE UNA DE LAS UNIVERSIDADES MÁS IMPORTANTES DE EE.UU., ESPERA VOLVER A COLOMBIA PARA LUCHAR CONTRA EL RACISMO.
Desde que supo que las becas Fulbright existían, Kandya Obezo Casseres quiso ser una de las beneficiarias. Por eso, cuando en el 2014 se enteró de las convocatorias se presentó. Gracias a este programa (del Departamento de Estado de Estados Unidos con fondos del Mineducación, la Cancillería, Colciencias, Icetex, el SENA, la Agencia Internacional para el Desarrollo de EE.UU -USAID- y la Embajada de ese país), Obezo empezó a estudiar en septiembre de 2015 la maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown, en Washington D.C.
La mujer, de 27 años y originaria de Palenque, vivió desde joven en Cartagena. Allí estudió Comunicación Social en la Universidad de Cartagena. Luego hizo una maestría en Desarrollo en la Universidad Tecnológica de Bolívar. Desde pequeña, dice, se preocupó por el racismo, quería entenderlo, saber por qué en distintas partes de Colombia “la población afro es, por lo general, la más pobre”. Por eso decidió especializarse en Estudios Latinoamericanos, porque reconoció “la importancia de aprendernos y conocernos desde una perspectiva más global” para poder darle respuesta a sus preguntas.
Pero pasar al programa no fue fácil. Cuenta, por ejemplo, que el examen TOEFL de inglés tuvo que presentarlo en Barranquilla, pues cuando aplicó a la beca, en Cartagena no se realizaba. En agosto de 2014, después de superar ese tipo de dificultades, le informaron que sería una becaria del programa Fulbright para líderes afrodescendientes, junto con otros tres colombianos, quienes están en Nebraska, New York y la Universidad de Amherst en Massachusetts.
En ese momento empezó a buscar una universidad. Tenía la posibilidad de presentarse a cinco instituciones estadounidenses, pero a la que aspiraba, la que define “como un sueño desde siempre” era la Universidad de Georgetown. Y otra vez, pudo cumplirlo. El 15 de agosto llegó a Estados Unidos y empezó su maestría, que dura dos años, el 1 de septiembre de 2015.
Uno de los retos, que no ve como dificultad sino como “un aliciente”, es ser una minoría en esa institución. Kandya es latina, habla español y es negra. Pero no lo ve un problema, porque eso la anima para esforzarse en dejar de ser la única, en ser un puente para que sean más los colombianos los que puedan “contar su historia para que la gente sepa que en Colombia hay diversidad y que no todos somos como Shakira o Juanes. Pero que también sepan que hay discriminación”.
Con esa idea en su cabeza es que quiere, al terminar su maestría en Estudios Latinoamericanos, aprovechar el momento histórico del país en un proceso de paz que ella espera que sirva para “abrir demasiadas posibilidades. Es una oportunidad real e importante para que se inviertan más recursos en las comunidades afro”.
Y es que su preocupación se centra en la comunidad afroamericana, en demostrar que “Colombia es un país racista”. Por eso insiste cada vez que puede en las posibilidades que pueden traer los acuerdos entre las Farc y el Gobierno.
Más que un acuerdo entre dos partes que se han dedicado durante décadas al conflicto, espera que el proceso pueda “abrir el espacio para que muchísimas voces puedan hacer parte de la discusión pública». Para que se pueda hablar de racismo. De no reconocer que existe, continúa, no se podrá superar el problema. Dice que es como cuando alguien es alcohólico: “si no lo acepta, no puede dejarlo atrás”.
Todas esas reflexiones las hace mientras está en Bogotá realizando un programa de verano entre Georgetown y la Universidad de los Andes en derechos humanos y resolución de conflictos. Cuando termine el curso volverá a Estados Unidos para hacer el último año de su maestría.
Mientras hace el curso en los Andes, también participa como pasante en el Alto Comisionado para la Paz. Se ha preocupado, sobre todo, por transmitir la preocupación de las comunidades afrocolombianas para que sean tenidas en cuenta al momento de la implementación de los acuerdos “para darle un enfoque étnico a la refrendación”.
Al preguntársele que hará al graduarse del programa de Estudios Latinoamericanos, responde con contundencia: “volver a mi país”.
FUENTE: EL ESPECTADOR
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