ORIGEN DE LA NAVIDAD
Para quienes creen en Jesucristo, el 25 de diciembre es la fecha más importante del año. El venerado niño Jesús nació en un establo, entre animales y pastores de Belén, un pueblo pobre y humilde. Hasta allí mismo llegaron días más tarde (6 de enero) los tres sabios Reyes Magos del Oriente, gracias a la indicación de una estrella brillante, para rendirle tributo y obsequiarle valiosos presentes.
De hecho, el día de Navidad no fue oficialmente reconocido hasta el año 345, por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno. Sin embargo, no fue una festividad oficial de la Iglesia porque para la época no se acostumbraba realizarlas.
Se cree que fue el Papa Julio I (337 – 352) quien comenzó a instituir la Navidad como fiesta religiosa, pero no hay documentos que lo corroboren, pero es más probable que sucediera durante el reinado del emperador Honorio (395-423).
Todas las anteriores son tentativas, y no es sino hasta el año 440 que la Iglesia decide oficialmente celebrar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, lo cual quedó definitivamente instituido en el año 529 cuando el emperador Justiniano declara la fecha como día festivo.
Una vez proclamada oficialmente la fecha festiva, la Iglesia Católica añadió posteriormente a sus costumbres los villancicos, en la Edad Media. En la época, los banquetes eran el punto culminante de las celebraciones.
La Biblia se refiere al Mesías como «Sol de Justicia». Por ello, desde fines del siglo IV el mundo cristiano celebra la Navidad el 25 de diciembre, con excepción de las iglesias orientales, griegas y rusas que la realizaban el 6 de enero junto con la fiesta Teofanía o manifestación de Jesús como Dios.
La Navidad actual, como se vive cada año, es una creación del siglo XIX. El árbol de Navidad, originario de zonas germanas, se extendió por otras áreas de Europa y América. Los villancicos, que eran cantos típicos del pueblo, fueron recuperados, al tiempo que se componían otros.
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