
BOGOTÁ NARANJA
LA INDUSTRIA DEL CONOCIMIENTO Y LA CREATIVIDAD HA CONVERTIDO A LA CAPITAL EN UN REFERENTE.
El auge de las industrias creativas en el ámbito global ya representa el 5 por ciento de la economía mundial, genera alrededor de 150 millones de empleos, y las exportaciones de bienes y servicios han tenido un crecimiento cercano al 140 por ciento en la última década.
No obstante su dinamismo, el balance sigue siendo tímido para el caso de América Latina, donde, según la revista P&M, la generación de ingresos no alcanza los 200.000 millones de dólares al año, margen estrecho para lo que sucede en el resto del mundo. Colombia no es ajena al fenómeno, y sus indicadores están aún lejos de los que revelan otras economías; sin embargo, el aporte de la industria creativa ya representa alrededor del 5 por ciento del PIB nacional.
En tiempos tormentosos como los que afronta la humanidad, con crecimientos muy por debajo de lo esperado, este tipo de iniciativas surgen como un salvavidas que pone a prueba a naciones y ciudades, porque van ligadas directamente a la capacidad de su gente, a su emprendimiento e innovación.
Es lo que cuidadosamente ha venido haciendo Bogotá de la mano de su Cámara de Comercio. Según reciente informe de este diario, en la capital están nueve de cada diez creativos dedicados al diseño textil, videojuegos, música. Su ventaja competitiva y la posibilidad de hacer negocios la convierten en polo atractivo para el afianzamiento de la industria naranja.
En procura de ese propósito, la Cámara, con apoyo del sector público y privado, ha creado ya cuatro plataformas de negocios de relevancia internacional: el Bogotá Fashion Week, con más de 30.000 empresas en la ciudad; la Feria del Arte (Artbo), el Bogotá Audiovisual Market (BAM) y el Bogotá Music Market, sectores, que junto con otras industrias culturales y creativas, representan hoy el 3,3 por ciento del PIB del país.
Para hacerse una idea, la economía naranja hace posible que decenas de miles de personas asistan al Festival Iberoamericano de Teatro, en Bogotá. La misma que, en actividades en vivo (47 por ciento realizadas en la capital), produjo recursos por 84.000 millones de pesos solo en el 2015.
Por el lado textil, Bogotá aporta casi el 1,5 por ciento del PIB, el 23 por ciento del empleo que genera la industria de cuero y marroquinería, y mueve más de 13 billones de pesos.
La meta de la Cámara de Comercio de Bogotá y sus aliados es hacer de la capital del país un referente para América Latina. Esta tarea demandará más esfuerzos, más cooperación y más formación para formar el talento que se requiere no solo en esta ciudad, sino en el resto del país.
Durante décadas se ha planteado la pregunta acerca de cuál es o debería ser la vocación económica de Bogotá como centro gravitacional del país. Y la respuesta ha sido su potencial educativo y la generación de servicios. Pues bien, la economía naranja bien puede ser el camino preciso que consolide y expanda ese esfuerzo.