De África, Medio Oriente e India proviene este accesorio milenario. Sus vueltas y nudos tienen diversos significados, que todavía siguen vivos en el barrio La Manga, en Barranquilla.
En la segunda calle del barrio La Manga, en Barranquilla, vive Ereilis Navarro Cáceres. Su casa está ubicada en una de las lomas que se elevan en esta zona.
Ereilis es docente de español y literatura del Instituto Educativo La Manga, que está ubicado a pocas cuadras de su hogar.
Allí desde hace 18 años enseña a 200 alumnos el arte de aprender poesía a través del tejido de sus peinados afro. “Yo siento que los estudiantes de hoy le tienen miedo a hablar en público y a través de la poesía y los peinados yo les enseño a expresarse”, cuenta la docente, que habla tanto en español, como en su segunda lengua, la palenquera.
Esta madre cabeza de familia publicó este año un libro titulado Origen y resistencia de los peinados afrodescendientes como estrategia pedagógica, proyecto al que le ha dedicado varios años de investigación recopilando la tradición oral de su pueblo.
En la casa de esta maestra, bajo frondosos árboles de mango se escucha la algarabía de docenas de niñas y jóvenes que pasan la tarde escuchando las poesías y las historias de Ereilis, mientras trenzan sus cabellos y amarran sus turbantes.
La docente afirma que este accesorio siempre ha hecho parte de su vida y que desde temprana edad lució sus turbantes con orgullo, mucho antes de que estuvieran de moda y subieran a las pasarelas. “El turbante es una prenda que está implícita en la vida de las mujeres afro y cada nudo indica la jerarquía de la mujer en su comunidad”, explica.
En otras culturas. Para la investigadora caleña Emilia Eneyda Valencia, quien ha escrito varios artículos sobre esta prenda, el turbante es popular en Asia, Medio Oriente y África y los hombres lo usan para protegerse del rigor de las temperaturas extremas.
En Asia, la prenda está compuesta de una cofia, chalina o pashmina que puede llegar hasta los 5 metros y que se envuelve alrededor de la cabeza o en un sombrero.
Valencia explica que “en el Sikhismo, religión de La India, sus adeptos cubren sus cabellos con el turbante que nunca se cortan, como señal de respeto. Para los indios el turbante indica la posición social de quien lo luce, por ello las castas bajas sólo pueden llevar una toalla alrededor de la cabeza”. En las castas altas hasta son decorados con joyas y piedras preciosas.
Según Valencia, los musulmanes usan el turbante como un elemento de fe, que eleva el espíritu.
Los hombres de esta religión prefieren usar esta prenda de color blanco, pues era el color preferido por Mahoma.
Los antiguos árabes consideraban un insulto tocar a la puerta de alguien sin llevarlo puesto.
Ereilis mueve sus brazos con una destreza que ha ganado a través de años de práctica.
En un dos por tres, esta maestra, crea con nudos y formas varios tipos de turbantes en las cabezas de las jóvenes de su barrio, pero el que exhibe, con la frente en alto, es el que amarró para ella misma. “Este turbante que tengo puesto es el más bonito porque significa que yo soy la reina de La manga, mi palenque urbano”, dice estallando en una sonora carcajada.
La docente recuerda que los hombres en África también llevaban este accesorio como rango militar y que la mujer lo amarraba a su cabeza como sinónimo de mando. “De allí es que Piedad Córdoba utiliza mucho los turbantes, porque sabe lo que significa la jerarquía de esta prenda”, resalta.
La investigadora Emilia Valencia señala que el turbante fue usado por las mujeres negras esclavizadas en América “para cubrir con él sus trenzas entre las cuales escondían las semillas y el oro que posteriormente servirían para asegurar la supervivencia alimentaria de sus comunidades y para comprar libertades”.
El historiador de Palenque, Alfonso Cassiani, considera que “la creación de turbantes y peinados afro fortalecen los lazos familiares, en medio de esa ceremonia familiar en la que madres, tías y abuelas inician el peinado en las niñas y se traduce en la construcción de confianza”.
Esta prenda se usa en un tipo denominado rodillero para mitigar el peso de la carga del agua y de las bateas, que son usadas por las mujeres afro para comercializar su gastronomía. “Los nudos se hacían a los líderes de la comunidad. Un turbante con un solo nudo se decía que era para niñas y otro con más nudos era para altos rangos”, indica Ereilis.
La diseñadora de moda chocoana, Miss Balanta, ha revitalizado el uso del turbante en redes sociales. Entre las admiradoras de su trabajo están las cantantes Adriana Lucía, Martina, la peligrosa; Goyo y las coristas de la más reciente gira de Carlos de Vives. “Los estampados que uso en mi trabajo provienen de África y tienen un significado de protección. Las mujeres en África usan estos atuendos en importantes ceremonias espirituales, por lo que el turbante es un accesorio de respeto y tradición”.
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